Las mascotas, ahora consideradas miembros de la familia, complican la búsqueda de alquiler. La escasez de oferta, especialmente en áreas tensionadas, y los altos precios afectan a las familias, especialmente si tienen mascotas. Muchas casas de alquiler rechazan mascotas, a pesar de que el 44% de los hogares españoles tienen una.
Los propietarios temen daños o problemas de convivencia. La Ley de Arrendamientos Urbanos no regula la presencia de mascotas, dejando la decisión al propietario. Aunque esta prohibición no esté en el contrato, el propietario puede rescindirlo si la mascota causa problemas graves y repetidos.
Esta situación destaca la necesidad de incluir mascotas en las negociaciones de alquiler, considerando condiciones como seguros de responsabilidad civil. Aunque las mascotas son cada vez más comunes, su presencia en alquileres sigue siendo un desafío.